sábado, 21 de julio de 2012

Recuerdo las noches frías y cómo las calentábamos con besos que sabían a amor. Recuerdo cada uno de sus suspiros, de sus caricias, de sus "te quiero" susurrados de esa forma y en ese preciso momento, de manera que me hacia sentir tan especial. Tan suya.  Recuerdo... Recuerdos. Solo recuerdos. Un nudo se me forma en la garganta al comprender el sentido de esa palabra. A veces, las detalles más insignificantes nos hacen darnos cuenta de las cosas mas difíciles de ver. Nos puede ocurrir con una imagen, una canción, e incluso con una sola palabra. Pero cuando ocurre, justo en ese preciso instante, el mundo se detiene. Tus pupilas se dilatan. El corazón se te acelera. Y lo sabes. Todo a cambiado, y las cosas ya nunca volverán a ser lo mismo que eran antes. Sus besos ya no saben a amor y poco a poco, se tiñen de amargura. Y entonces, todo está ya perdido. Tú único objetivo es luchar por lo que, a estas alturas, más amas: Los recuerdos. Y lo único que puedes hacer es sentarte. Cigarro en mano, la sequedad del whisky en tus labios, y el aroma de su ultimo beso aun en la boca.










miércoles, 11 de julio de 2012

- Estaba... Estaba pensando en ti. - Sofía continuó con su silencio-. Estaba pensando en como te he echado de menos. Pero no durante estos últimos días. Sino siempre. Estaba pensando en que podríamos ser felices, en lo bonito que sería ser una pareja cualquiera, incluso aburrirnos en un sofá, mano sobre mano, delante de la tele. Estaba pensando en lo bonito que sería discutir, decidir donde ir de vacaciones, quizá no ponernos de acuerdo. Y en lo bonito que sería dejarte ganar... O no. [...] - Sofía bajó la cabeza. Movió los pies con embarazo. Después continuó escuchando-. Pero lo más importante es que tengo ganas de amar, y tengo ganas de amarte a ti. - Sofía siguió con su silencio.- Te esperaré en el bar de debajo de la iglesia, donde nos conocimos, donde no quisiste ir a tomar algo la primera vez que nos vimos. Te esperaré esta tarde... Estaré alli desde las siete. Y durante toda la noche nos estará esperando un avión que nos llevará a donde tu quieras. - Sofía exhaló un largo suspiro. Y él entendió que era como si le hubiera dicho: <<¿No quieres decirme nada más?>>. Entonces simplemente añadió-: Te quiero.
Y cortó la llamada.

Esta noche dime que me quieres. Federico Moccia.














sábado, 7 de julio de 2012

Despierto. Abro los ojos. Aprovecho ese minuto de paz, el único momento del día en el cual me siento completa. Saboreo la brisa que entra por mi ventana y dejo que los escasos rayos de luz laman mi piel. Por mi mente cruza un vago pensamiento, no recuerdo bien cuando me quedé dormida anoche. Pasados unos instantes mi mente se aclara, lentamente, igual que desaparecen los nubarrones tras una tormenta. ¡Aja! ya lo recuerdo. fue mientras leía ese interesantísimo libro. La verdad es que solo llevo unas pocas páginas, pero ya me he enganchado totalmente. Es la típica historia de amor adolescente: hoy te odio y mañana me enamoro completamente de ti. Pienso que es algo estúpido, pero al fin y al cabo, ¿ a quien le disgusta ser testigo y, de alguna forma, vivir y formar parte de un cuento de hadas que nunca podremos protagonizar?. Algo es algo. Así es el mundo hoy en día, vivimos en una sociedad conformista. Cogemos la primera opción que nos dan y nos la quedamos. Así sin mas. Sin barajar otras posibilidades...
- Yo nunca actuaré así.
Me digo para mis adentros mientras me froto los ojos para despejarme completamente. Y mientras lo pienso estoy segura de ello, tanto que casi pronuncio las palabras en voz alta, como para firmar un contrato de mi destino con el aire.
Apoyo los pies en el suelo. Un escalofrío recorre mi cuerpo.
- Joder.
Digo en voz baja. He vuelto a perder un calcetín entre el montón de mantas de mi cama y el suelo está demasiado frío como para aventurarme a andar así por la casa, así que me sumerjo en el mar de sábanas en busca del calcetín perdido.
- Zoey, ¿aún no estás lista?- Mi madre me mira con cara de pocos amigos. Como de costumbre llego tarde al instituto.
- Casi casi.
Mi sonrisa no parece complacerle, así que rápidamente me dirijo hacia mi armario y me pongo lo primero que encuentro. Unos vaqueros rotos en las rodillas, una camiseta amarilla que no me favorece nada y mi chaqueta preferida.






Este texto lo escribí hace muuucho tiempo. Pero hoy me he acordado de él y lo he estado buscando. Lo he encontrado en un cajón, medio roto :S Así que por eso he decidido escribirlo aqui. Se supone que es el comienzo de una historía...un supuesto libro que iba a escribir en verano, aunque la verdad no creo que sea capaz de seguir. En principio el comienzo os a gustado? (:
Un beso para los que me leais! ( si es que me lee alguien.. ;)

jueves, 5 de julio de 2012

"Quédate una noche más, por favor" fue lo último que dijo, se lo dijo con la voz temblorosa, quebrada por los llantos, una voz débil, casi muerta e impregnada del miedo a perderla por siempre. La acarició en un suspiro como quien acaricia algo demasiado frágil con miedo de romperlo. Apenas la rozó con los ojos, se mojó los labios y contuvo la respiración para que ningún ruido perturbara aquel silencio virgen que se había instalado entre ellos, pero los latidos apresurados de su corazón lo interrumpían retumbando en cada esquina, descompasados, nerviosos, latidos huecos de un corazón que gritaba que ella lo estaba matando. Y por eso mismo, porque él no merecía eso ella se marchó, ella no merecía más de él, no merecía más felicidad, había tenido todo de él, había estado a tres respiraciones de sus labios, tan cerca que podía apreciar lo maravillosa que era su boca o como sus ojos buscaban los suyos antes de decir que la quería. Le había regalado recuerdos demasiado especiales, que ella no merecía, había marcado demasiadas canciones, demasiados lugares, demasiados sentimientos. A veces es mejor poner un punto y final a tiempo para no ensuciar un recuerdo demasiado bonito, y a ella, a ella le bastaba el recuerdo de haberle tenido entre sus brazos y haber sentido su piel como la propia. Se sentó en aquella calle que nunca volvería a recorrer, era una noche calurosa, la madrugada se mezclaba con el amanecer, dio una calada a un cigarro que minutos antes había estado entre sus labios, buscó su sabor pero se había esfumado, se quedó observando el cielo, respirando en la tranquilidad de la noche, ceniza en la falda, y rímel corriendo sin  un porqué concreto. Él ya no estaba. Eso era así y no había vuelta atrás, no más daño. No más dolor ni más marrones, ni siquiera el de sus ojos.


Texto de : http://cocacolaenlasvenas.blogspot.com.es/